Un altar para Internet, para que podamos rezar al Wifi”, asegura Willen van Hooff sobre esta pieza que lanza una crítica mordaz a la vida ultraconectada que nos rodea. “La vida online es rara y fea, pero todo el mundo es adicto a ella; me gusta que esta obra hable de este contraste, es como una especie de router para casa”. Es una pieza brutalista, imperfecta, porque, como dice el artista, “el alma de un objeto se pierde en la aparente perfección de la producción en masa”.
Cerámica moldeada a mano. Triple cocción en horno. Esmalte principal en beige y azul hielo. Letras esmaltadas en una mezcla de rojo y lila pálido. Puede contener agua Alto: 48 cm / Ancho: 36 cm.
